jueves, 29 de octubre de 2020

DESPERTAR

Sin duda debió de ser un golpe lo que me hizo recobrar la consciencia. Tras despertar del todo, noté enseguida que algo no iba bien. Me habían crecido las uñas y el pelo de una manera inusual y a mi alrededor un hedor a pertinaz cerrazón gravitaba de manera insoportable. Mis zapatos, misteriosamente evadidos  de la protectora servidumbre de los pies, se hallaban volcados y disparejos sobre el suelo, exhibiendo manchas de moho sobre su desgastada piel de cocodrilo. 

 No atinaba a comprender qué suerte de aciago episodio habría podido dar conmigo en aquel lugar oscuro y ya en mi mente sobreexcitada pugnaban la confusión con la urgencia de salir de allí a toda costa cuando nuevos golpes procedentes del techo me lo dejaron todo más claro: después de tanto tiempo de silencio y pacífica quietud, volvía a removerse, inquieto, súbitamente alterado en su sueño más profundo, devuelto a una frenética e irritante actividad, mi vecino del piso de arriba.

(Dedicado a Montse)

2 comentarios:

  1. Jajaja... Dónde han terminado los zapatos de piel de cocodrilo... me encanta! Un relato inquietante...

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  2. :-) Totalmente inspirado por los tuyos.... Con algo de imaginación podríamos incluso continuar la "saga" de esos muertos inquietos...jajajaja muy Halloween ¿no?

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