No atinaba a comprender qué suerte de aciago episodio habría podido dar conmigo en aquel lugar oscuro y ya en mi mente sobreexcitada pugnaban la confusión con la urgencia de salir de allí a toda costa cuando nuevos golpes procedentes del techo me lo dejaron todo más claro: después de tanto tiempo de silencio y pacífica quietud, volvía a removerse, inquieto, súbitamente alterado en su sueño más profundo, devuelto a una frenética e irritante actividad, mi vecino del piso de arriba.
(Dedicado a Montse)
Jajaja... Dónde han terminado los zapatos de piel de cocodrilo... me encanta! Un relato inquietante...
ResponderEliminar:-) Totalmente inspirado por los tuyos.... Con algo de imaginación podríamos incluso continuar la "saga" de esos muertos inquietos...jajajaja muy Halloween ¿no?
ResponderEliminar